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COCINA CASTELLANO MANCHEGA

Los mejores restaurantes de Toledo a lo largo del año ofertan semanas gastronómicas para animar sus manteles y dar a conocer los productos de otras comunidades. Así nos encontramos con las jornadas dedicadas a Asturias, Galicia, Valencia, Madrid y algún apartado más de las cocinas que en España existen. Hasta el momento la innovación viene siendo bien aceptada por los toledanos y como el negocio rinde pues se repite el invento mientras el cuerpo aguante.

En estas ocasiones, los hosteleros que entran en el ambiente trabajan productos de primera calidad de las provincias de origen, porque en esas fechas hay que ofrecer una merluza de pincho, por ejemplo, una carne roja o blanca con poco tiempo de refrigeración y otras exquisiteces que los cocineros, a veces ayudados por colegas de las latitudes que actúan, miman para que los paladares se lleven la impresión más agradable tras pasar por los manteles.

Lo que no encontramos porque no existe son atenciones gastronómicas dedicadas a la cocina castellano-manchega ya que algunos restauradores consideran que es bastante popular para los comensales, cayendo en el clásico error de que en la mayoría de las ocasiones «lo de casa» no puede interesar como lo que nos viene de otras fronteras. Y de esta forma en Toledo se sabe poco de los manjares sobresalientes de Albacete, Cuenca y Ciudad Real, al igual que en otras provincias tampoco se presenta con asiduidad los platos oriundos de nuestros más cercanos horizontes.

Convendría que junto a estas jornadas gastronómicas de cocinas que nos pillan algo lejos, se intercalaran degustaciones de nuestros fogones regionales y de esta forma especialistas en el buen comer se llevarían toda una agradable sorpresa.

El pasado domingo y a las doce del mediodía, el espacio ajardinado y de ocio para mayores y pequeños situado junto a la monumentalidad del Alcázar, estaba cerrado, mientras que algunas familias esperaban inútilmente al responsable de abrir el atractivo parque que goza de unas vistas sorprendentes. Para más inri, la climatología acompañaba para disfrutar de este espacio abierto, pero el cerrojo estaba echado y el responsable de las llaves no aparecía por ninguna parte, causando un perjuicio a los toledanos.

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