Joaquín Sabina se rinde a Madrid
Se huele la adrenalina global, se nota retumbar el coro de palpitaciones contenidas y los nervios inclementes del que no solo juega en casa sino que, además, lo sabe
Los Chichos: «Los del reguetón son perros cantando»

Yo no sé lo que habrá sentido Sabina este miércoles en Madrid, pero desde luego los demás vamos a necesitar algunos días para recuperarnos emocionalmente. Porque Sabina, en Madrid, es definitivamente otra cosa, algo diferente, una especie de sueño extrañísimo que te hace sentir, por ... una vez, en el lugar y en el momento adecuado. Sabina en Madrid es Curro en Sevilla, Cohen en Manhattan, Camarón en La Isla. Se huele la adrenalina global, se nota retumbar el coro de palpitaciones contenidas y los nervios inclementes del que no solo juega en casa sino que, además, lo sabe. Puede que tuviera algo que ver que yo iba sensible por lo de Antonio Burgos, pero, en honor a la verdad, allí no solo lloraba yo. Allí estaba llorando hasta el apuntador. Luego las lágrimas dejaron paso a la alegría y finalmente a la euforia. Y todo gracias a un set muy especial, a una selección extrañísima que los 'más cafeteros' jamás habríamos soñado. Por ejemplo: 'Cuando aprieta el frío', ese temazo olvidado de 'El hombre del traje gris'. O 'Mentiras piadosas', del álbum del mismo nombre. Temas que, según explicó, merecieron mejor suerte en su momento, pero pasaron desapercibidos. O eso se cree él, claro. Porque los 'sabineros' de primera ola nos las sabemos todas y todas nos han acompañado a lo largo de nuestra vida. Ese es el secreto, me temo. Que todo lo que nos ha pasado a los presentes ha tenido a Sabina de fondo. Y esta vez era diferente, esta vez estaba allí el Maestro, el Flaco, el genio de Úbeda para recordárnoslo todo y todo de golpe. Temblando como un debutante. De guardia civil y noche, con su Panamá crema y más miedo que vergüenza ante un público rendido de antemano.
Y eso que yo iba preparado para hacer una crónica basada en conceptos como 'intimismo', 'madurez' y 'despedida'. Y parecía que por ahí podía ir la cosa en los primeros momentos, que tuvieron algo de adiós, de final y de pena inmensa ante un Sabina muy emocionado y con escasa fe en su memoria. 'Cuando era más joven', 'Yo me bajo en Atocha' y 'Lo niego todo' para empezar. Especialmente emotivos los recuerdos a Krahe, a Aute y a Milanés, muy aplaudidos en las gradas. Y a Chavela, claro, a la que dedicó 'Por el bulevar de los sueños rotos' y que se convirtió en un inmenso karaoke. Y de ese estado de ánimo ya no bajamos. El rock and roll de 'Llueve sobre mojado' -ningún recuerdo a Fito Páez- y el intimismo de 'Yo quiero ser una chica Almodóvar', 'La canción más hermosa del mundo' o 'Tan joven y tan viejo' que dieron paso a un aplauso inmenso, espontáneo e interminable. Y posiblemente ese fue el momento de la noche que lo cambió todo. Desde ahí Sabina nos regaló un fin de gira memorable, uno de los mejores conciertos que se le recuerdan y un espejismo que fue de menos a más. Y es cierto que eso suele pasar. Lo que cambia es el 'menos' del que se parte. Y el 'más' al que se llega. Y Sabina llegó ayer a lugares de verdad imposibles de olvidar. «Hemos tocado en Londres, en Nueva York y en Paris. Pero en ningún lugar me tiemblan las piernas como aquí». Lo comprendo.
Y hablando de piernas Mara Barros. Madre mía, Mara. Esa mujer sería sexy aún vestida de arzobispo. 'A la orilla de la chimenea', 'Una canción para la Magdalena', '19 días y 500 noches' y 'Peces de Ciudad'. Y ahí ya habíamos perdido completamente todos la contención y el WiZink se caía. 'Y sin embargo', 'Princesa', 'El caso de la rubia platino', 'Contigo', el mix de 'Noches de boda' con 'Y nos dieron las diez' y fin de fiesta con 'Pastillas para no soñar'. Y desde luego algunas de esas pastillas nos van a hacer falta para olvidar que quizá se acabó lo que se daba. O no. Porque Sabina es Madrid, Madrid es Sabina y mucho me temo que el resto solo hemos sido testigos de una historia de amor entre ellos. Y algo me dice que lo que escribieron este miércoles ni siquiera ha sido su último capítulo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete