Javier Sierra se cuela como polizón en el primer viaje de Howard Carter a España
El escritor conversa con el descubridor de la tumba de Tutankamón y el duque de Alba en una ficción sonora que evoca a la tradición oral de la literatura

«Disculpen mi intromisión, señores». En el vagón del Sud Express que viaja de París a Madrid el domingo 23 de noviembre de 1924, dos eminentes caballeros se vuelven sorprendidos hacia la puerta. Sobre todo uno de ellos, Howard Carter, a quien el intruso describe como un hombre serio, enjuto, con un gran bigote muy cuidado que le mira con desconfianza. Su acompañante, el duque de Alba, le había avisado de que un extraño viajero del tiempo iba a interceptarlos en el trayecto. El escritor Javier Sierra (Teruel, 1971) había enviado una carta a Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó desde el siglo XXI mostrándole su interés por entrevistarse con el descubridor de la tumba de Tutankamón, en la primera de las dos visitas que haría Carter a España para presentar sus hallazgos, y el duque accede, aunque cree que es un lector de las novelas de H.G. Wells al que se le ha ido la cabeza con 'La máquina del tiempo'.
Tras las presentaciones de rigor, el autor de 'El secreto egipcio de Napoleón' o 'La pirámide inmortal' toma asiento con ellos, dispuesto a formular al egiptólogo las preguntas que siempre ha querido hacerle. Después de pasar una noche a solas en el interior de la cámara del faraón en la Gran Pirámide, una experiencia que recogió en las dos novelas mencionadas y acaba de llevar al cómic; después de peinar las grandes incógnitas de la civilización egipcia en su libro 'En busca de la Edad de Oro' y después de muchas horas de radio y de televisión dedicadas a Egipto, Sierra aún busca respuestas sobre el hallazgo arqueológico más famoso de la Historia. Y nada mejor que conversar con su protagonista, aunque sea a través de una ficción sonora como 'El regreso de Tutankamón', una serie de 6 podcast de 30 minutos de Planeta y Podimo, producida por Ekos Media, que pretende asemejarse a una radionovela de las de antes.
Ese viaje en tren a Madrid «era una oportunidad perfecta para colarme en ese vagón y hablar con ellos», comenta el aventurado polizón, ya de vuelta en el año 2022. Conversa con ABC en el mismo palacio de Liria donde Carter se alojó en sus viajes a España y que actualmente alberga la exposición 'Alba y Carter: 100 años descubriendo a Tutankamón'.
El descubrimiento de la tumba del faraón niño «se envolvió de cierto oscurantismo«, dice Sierra, por la »delicada« situación que atravesaba el país de las pirámides hace cien años. »Los ingleses descubren una tumba egipcia, la única de un faraón intacta, en el momento en el que Egipto está buscando su propia identidad nacional y ciertas actitudes podían generar crisis políticas de envergadura. De ahí que se disfrazaran cosas», explica.
«Intuimos, porque no está por escrito, que Howard Carter, lord Carnarvon, la hija de éste y su asistente Arthur Callender entraron en la tumba de Tutankamón tres días antes que las autoridades egipcias y estuvieron durante horas viendo su interior, pero lo omitieron y borraron sus huellas para que no se creara un conflicto de intereses», continúa relatando Sierra, consciente de que entre los más de 5.000 objetos del tesoro del faraón, «distraer un anillo, un escarabajo o una figurita habría sido fácil».
La aparición en colecciones privadas de piezas de Tutankamón que se presume que salieron de la tumba en aquellos oscuros momentos alimentan desde hace tiempo las sospechas, avivadas este mismo año por el hallazgo de una carta inédita. De ahí que Sierra, cara a cara con Carter en el vagón de tren, desee preguntarle por ellas mirándole a los ojos, con la ventaja y la autoridad que le confieren ser un viajero en el tiempo. «Yo sé que usted estuvo dentro de la tumba antes de entrar con las autoridades. Cuénteme qué pasó», le diría si fuera posible, convencido de que el arqueólogo en ese trance se sinceraría, como en su ficción.
El impacto de la maldición
Ese largo trayecto desde París también daría pie a tratar el espinoso tema de la maldición del faraón. «Carter siempre se desmarcó de la maldición, pero es cierto que se quedó muy tocado con la muerte de lord Carnarvon», sostiene el escritor. La pérdida de su mecenas a los pocos meses del descubrimiento de la tumba, con tanto trabajo aún por hacer, tuvo que ser, a su juicio, un momento «muy angustioso» para el egiptólogo. Por eso, se interesa en su relato por «el impacto que tuvo en él el asunto de la maldición» y le pregunta «sobre todos esos indicios que comentaron sobre la muerte extraña de lord Carnarvon».
En uno de los podcast que protagoniza junto al actor y director de doblaje Claudio Serrano, Sierra cuenta por ejemplo que en la sexta campaña en el Valle de los Reyes en la que se halló la famosa sepultura, Carter llevó un canario, al que los excavadores egipcios bautizaron como el pájaro dorado. «Fue colocar la jaula y al día siguiente se descubrió la tumba de Tutankamón», comenta antes de recordar que el primer nombre que recibió fue el de «la tumba del pájaro dorado».
La estancia del canario fue, sin embargo, breve. Al poco de la apertura del mausoleo, una cobra se comió al pájaro, generando una gran inquietud entre los operarios egipcios, que lo tomaron como un signo funesto. «Estuvieron excavando con miedo, atemorizados, y no hay hombre por inglés que sea que pueda permanecer ajeno a ese momento emocional», subraya Sierra, que le pregunta a Carter en su ficticia conversación por cómo vivió aquellos días.
De poder hablar con Carter en persona, el escritor y periodista se interesaría además por una de las piezas más singulares e interesantes del tesoro de Tutankamón: el busto de madera del faraón niño surgiendo de una flor de loto. «Las autoridades egipcias lo encontraron empaquetado en una caja de botellas, en una de las estancias de la tumba de al lado, donde se dejaban los trastos de la excavación y pensaron que Howard Carter la quería robar». ¿Qué hacía allí la escultura? ¿Por qué se metió en esa caja? ¿Quería distraerla realmente? ¿Distrajo otras cosas? «Es un terreno muy delicado, pero habría que preguntarle».
Aunque no aparece en esta audioserie que permite a Sierra «recuperar lo que en realidad es la literatura primordial, que es la tradición oral», al escritor también le hubiera gustado entrevistar al duque de Alba. En el primero de sus cuatro viajes a Egipto, en 1908, la Esfinge de Giza aún estaba enterrada hasta el cuello. «Que me contara cómo se había podido acercar a la cabeza de la Esfinge, cosa que hoy no puede hacer nadie, ya me daría para una historia. ¿Qué le susurró la Esfinge?», le preguntaría.
Ni Carter ni el duque de Alba se imaginaban en 1924 el eco que tendría el magnífico hallazgo en el futuro. En el último capítulo de la serie de podcast de 'El regreso de Tutankamón' el escritor turolense se toma la licencia de revelárselo, con la prudencia de no alterar el curso de la Historia. «Les explico el enorme impacto cultural que tuvo el descubrimiento de Tutankamón en el siglo XX y XXI y Howard Carter, un hombre escéptico, muy prudente, obviamente no se lo cree», relata. La máscara de Tutankamón hoy es posiblemente el objeto arqueológico más reconocible de la Historia, pero «en 1924, cuando yo le entrevisto, él todavía no la había visto».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete