LA VENDA
Las resistencias a la ilegalización de Batasuna o al reconocimiento de que esta formación política está integrada en ETA, que es lo mismo, están parcialmente relacionadas con la coincidencia de los resistentes con parte del discurso de Batasuna o con su mundo social. Hay algo más que es la negación de lo que no se quiere ver, y que nos remite, no a un problema político, sino psicológico, de psicología colectiva en situaciones de crímenes políticos.
En la manifestación del sábado en Bilbao contra el juicio en la Audiencia Nacional a las organizaciones juveniles de ETA, Jarrai-Haika-Segi, había dirigentes del PNV y de EA y algún conocido periodista, todos ellos gentes que condenan los crímenes terroristas pero que, sin embargo, niegan la integración de estas organizaciones en ETA. El domingo, Martínez y Pagola ofrecían en estas mismas páginas algunos datos demoledores sobre esa relación, por ejemplo, que nada menos que mil personas de las organizaciones juveniles se ha integrado en los comandos etarras y en la kale borroka en los últimos años. Policías y jueces han ofrecido ése y otro sinfín de datos que hacen intelectualmente incontestable la vinculación terrorista. Pero hay intelectos, miles en el País Vasco, y bastantes en el resto de España, que no se lo creen.
Y no es que escenifiquen una mentira. Es que se han fabricado una venda que les impide ver aquello que rompe los equilibrios psicológicos de su realidad. Y el reconocimiento abierto de que los colaboradores de los asesinos son varios miles que comparten ideología y vida cotidiana es demasiado perturbador.
La experiencia nazi, salvando las grandes distancias de todo tipo, es muy útil para entender los mecanismos psicológicos frente a los crímenes políticos. Últimamente se ha publicado un libro fascinante que recoge las entrevistas realizadas por Leon Goldensohn a los dirigentes nazis juzgados en Nuremberg y editadas por el historiador Robert Gellately (Las entrevistas de Nuremberg, Taurus, 2004). Una buena parte de ellos afirma que no creyó que el asesinato de los judíos fuera cierto. Y no se trata tan sólo de autodefensa ante el juicio. Hay algo más. Hay una genuina negación psicológica, como la de Hans Fritzsche, un alto colaborador de Göbbels, que afirma: «Göbbels me ocultó el asesinato de 5 millones de judíos. Creía que era propaganda enemiga». Hasta Hermann Göring, el comandante en jefe de la Luftwaffe pensaba que «se trata de propaganda enemiga».
Si aquellos jefes nazis llegaron a creer, quisieron creer, que varios millones de asesinatos eran propaganda enemiga, es fácil imaginar lo sencilla que es la negación de cualquier cosa cuando los asesinatos que hay de por medio son mil. Y no es un problema sólo del País Vasco. Pienso, por ejemplo, en el excelso recibimiento que ha tenido Gerry Adams en España hace unos días. Es un dirigente del IRA, como lo acaba de reiterar el ministro de Justicia de Irlanda. Pero da igual, nos ponemos otra venda.
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